jueves, 29 de septiembre de 2016

ISRAEL PIERDE SUS RAICES: ADIOS A SIMON PERES


El pueblo judío es sin duda el más longevo de la historia de la humanidad que se ha mantenido fiel a sus principios. Ninguna otra religión existente hace cinco mil años subsiste. El Dios de cristianos y musulmanes es judío y se le apareció a Abraham y Moisés, pese a quien pese. Nada de lo acontecido en la historia de la humanidad en los últimos milenios se puede entender sin lugares bíblicos como  Jerusalén, Jericó, sin el Jordán y tantos otros. Un pueblo condenado en masa al destierro y desperdigado por todos los mundos conocidos con el único fin de que flaquearan en su fe, sin embargo nadie entendió lo que significa para un judío ser judío. Ningún otro pueblo ha sido tan masacrado, condenado, vilipendiado y segregado como el pueblo de Israel y sin embargo nunca cejaron en su espíritu inquebrantable de supervivencia. La contribución del pueblo judío a la ciencia, la cultura y el arte ha sido esencial en el desarrollo humano, basta ver la lista de premios Nobel judíos para apreciarlo. El mundo sería otro sin la contribución del pueblo judío a la humanidad.

Un pueblo que pasó miles de años esperando volver a su hogar del que fueron despojados por la fuerza y que otros vinieron a ocupar para borrar el rastro del pueblo judío. Entre esos desperdigados descendientes de Jacob, de Saúl, de David y de Salomón se hallaba la familia Persky, que durante generaciones había sobrevivido en el este de Polonia. Su padre infundido del espíritu sionista de la época tras la declaración Balfour y el movimiento iniciado por Theodor Herzl, desplazó a su familia a unos inhóspitos territorios ocupados por palestinos y bajo soberanía británica tras la derrota turca en Extremo Oriente.  Con este paso no sólo permitió que Simon Peres su uniera a la épica histórica de la creación del estado de Israel desde su temprana incorporación al Hagana, el movimiento político y militar moderado que lideró la fundación del Estado junto a los extremistas más belicosos contra los británicos del Irgun, sino que salvo la vida ya que todo el resto de la familia murió en los campos de exterminio nazis

Ha muerto el último padre fundador de Israel, junto a figures históricas que aparecen ya en penumbra con la losa de los años como Ben Gurion, Weizman, Golda Meir, Rabin, Moshe Dayan. A partir de hoy Israel deberá caminar hacia adelante huérfano, y para ese Israel del futuro trabajó sin descanso Simon Peres.


Una vida tan larga en un país tan intenso como Israel da para muchas vidas, y Simon Peres, sin desviarse de su objetivo que era la existencia de un estado judío en la Tierra Prometida, en la de sus antepasados, viviendo en paz con sus vecinos y regido por los principios de la democracia liberal europea incluyendo unas amplias políticas de bienestar, en cada momento supo estar a la altura de lo que su país le requería, en la guerra y en la paz, en la diplomacia y en el desarrollo social, en el retorno de los judíos dispersos y condenados a la segregación o al ostracismo como los judíos de Eritrea como en el desarrollo económico de los palestinos.

De todas las facetas de su vida quisiera destacar su contribución esencial para la creación del Tzahal, las Fuerzas de Defensa de Israel, desde su puesto inicial de comprador de armas para el Hagana para lo que tuvo que viajar a Nueva York sin saber inglés y sin dinero para comprar las armas que sirvieran a la defensa del estado que se iba a crear en pocos meses y que sufriría en la misma noche de su independencia el ataque feroz de decenas de millones de árabes que se abalanzaron contra unas dispersas comunidades sin experiencia militar; supervivientes de los campos de concentración y de los horrores de la guerra y que sólo aspiraban a cultivar un trozo de tierra en Israel. Ninguna casa de apuestas en Estados Unidos daba más de una probabilidad contra mil de que el estado de Israel sobreviviría al primer embate, pero no fue así fue e Israel venció todas las guerras que sus vecinos le plantearon gracias a los intensos estudios de inglés y a su capacidad para convencer a las comunidades judías de Francia y Estados Unidos para ayudar al nuevo estado.

Simón Peres fue el responsable de algunas de la operaciones más excitantes e increíbles de la historia militar del siglo XX. También fue el creador de la industria de defensa de Israel. Un país que basaba su existencia en sus fuerzas armadas debía ser independiente en lo tecnológico pero además una nación que debía hacer un gran esfuerzo militar no podía dedicar recursos sin producir un efecto económico positivo para su población y hoy Israel exporta sus soluciones de tecnología avanzada a todo el mundo. Israel es el mayor exportador de tecnología en términos relativos del mundo y el décimo absoluto con apenas una decena de millones de habitantes. En el campo de batalla, donde los países se hacen grandes, conquistó el pueblo judío sus territorios históricos y por encima de todo Jerusalén, la indivisible capital del pueblo judío.

Pero Simon Peres entendió que ningún pueblo puede alimentarse para desayunar de banderas y de cartuchos para almorzar. La paz no podía estar continuamente sometida a la razón de la fuerza. Para crear un estado moderno, Simon Peres como laborista, incidió en la creación de un estado de bienestar para su pueblo, con independencia de su religión. Hoy los árabes de Israel gozan del mejor sistema de protección social, de la mayor igualdad y libertad de todo el mundo árabe. Tan avanzada fue la política social de los laboristas que nuestros jóvenes socialistas europeos soñaban con trabajar en un Kibutz, máximo ejemplo del trabajo en común y del socialismo democrático.

Pero cuanto más se empeñaba Israel en hacer la Paz con sus vecinos, la opinión pública europea más abandonaba a Israel por los intereses económicos con el mundo árabe; pero aprovechando su importante influencia en la política norteamericana, y éste es sin duda el mayor logro político de Peres, haber contribuido de forma esencial a crear el lobby judío en Estados Unidos, consiguió un aliado fiel que entendió la importancia geoestratégica para la defensa de Occidente de la existencia del estado de Israel.

Israel tampoco existiría sin el apoyo sostenido de la comunidad judía norteamericana. Fue Peres quien sin duda contribuyó a llamar la atención de una comunidad que se creía más norteamericana que judía. Israel necesita a todos los judíos y nadie puede exonerarse de este compromiso con su pueblo y así fue, y por esta razón la mayoría judía de Estados Unidos vota al partido demócrata por su identidad con el Israel laborista que lideró la creación del estado hasta mediados de los años setenta.

En los momentos más convulsos en el Oriente Medio, Israel supo estar siempre con Occidente, nunca fue exactamente así lo opuesto. Cuando su pueblo fue martirizado por los misiles Scud iraquíes, permanecieron quietos porque sabían que su futuro exigía una vez más de un gran sacrificio. Un país contra el que más de cincuenta mil cohetes han sido lanzados desde su independencia en épocas de paz.

Peres firmó los acuerdos con los palestinos, y por ello le dieron el premio Nóbel de la Paz, aunque le tocó compartirlo con quien estaba muy lejos de ambicionar la paz como fue Arafat. Para los que hoy critican otros procesos de paz, Simon Peres como Rabin supieron superar diferencias y ambicionar un futuro en paz con dos estados. Sin duda su optimismo no estaba acompañado por una realidad, sus vecinos con lo que firmó la Paz seguían teniendo un solo objetivo, la destrucción del estado de Israel y ésta sigue siendo la asignatura pendiente para una convivencia pacifica. La paz no es posible cuando una parte no la desea, y éste es el drama de Israel y la fosa que hay que superar para construir una región en paz.

Peres deja un Israel moderno en lo político y en lo económico, pero con graves problemas por resolver y en especial y por encima de todo, la convivencia pacífica con sus vecinos.  Peres quería la paz porque quería a Israel, porque no comprendía que sus paisanos tuvieran que estar condenados a siglos de más guerras. Pero nunca accedió a desarmar su país ni a posiciones de debilidad sino todo lo contrario; la paz solo es posible si Israel es fuerte. Pero desde la fortaleza era consciente de que la paz solo era posible con una discusión territorial y puso todo el empeño en conseguirlo. Era consciente de que Israel tiene muchas responsabilidades en el clima de conflicto y siempre estuvo dispuesto a enmendar los errores.

Israel ya ha dejado atrás a sus fundadores pero no su memoria; mal harían en olvidarla porque Israel no se entiende sin ellos ni su sueño por un Israel democrático, judío y en paz. No sé si descansará en el cementerio militar junto a Amos Yarkoni, el oficial árabe  de las Tzahal que obtuvo la máxima condecoración militar por su participación en las guerras por la defensa de Israel o en el panteón de los hombres ilustres aunque seguro que preferiría una pequeña tumba en la orilla del Mar de Galilea donde en un pequeño kibutz, Alumot, inició su activa contribución a la creación del estado de Israel.

Yeduha Halevi, poeta hebreo del siglo XII nacido en Tudela y muerto en Jerusalén escribió estos versos desde el exilio de la época dorada hebrea en la península Ibérica, mostrando el deseo milenario del retorno a Sion.

Llévame a So´an, al mar de los Juncos y al Monte Horeb
Para recorrer Siloh y  la montaña del templo en ruinas
Para seguir la ruta del Arca de la Alianza hasta
Lamer el polvo de su tumba, más dulce que la miel;
Para ver la morada de la hermosa que olvidó su nido.
Echaron a los hijos de la paloma y lo habitan crías de cuervo



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