domingo, 27 de noviembre de 2016

FIDEL: LA MUERTE LE LLEGÓ TARDE

No recuerdo en la historia reciente un personaje que haya levantado tan dispares posiciones en todo el mundo que Fidel Castro; un dictador, llamado asimismo revolucionario, una palabra o más bien una excusa para justificar determinadas acciones más relacionadas con la corrupción y el terrorismo de estado que con un cierto espíritu de cambio hacia mejor, más de lo mismo.

Casi todos los artículos que he leído glosan su vida, en unos casos para ensalzarla, en otros para comprenderla y la mayoría para denostarla, pero la verdad es que todos estos análisis no me interesan. Para mi se ha muerto un ex-líder de una dictadura, ya que nunca se sometió a la voluntad de su pueblo, que se mantuvo en el poder bajo un régimen de partido único, que cercenó derechos individuales provocando uno de los grandes éxodos de la historia contemporánea. Es decir un ex de un país pequeñito, casi irrelevante en el contexto internacional, al que muchos se han empeñado en otorgarle una preeminencia que no se justificaba.

Me interesa más el aspecto histórico y romántico del personaje. Fidel Castro fue el exponente de ese mundo anticolonialista bien guiado por la Union Soviética, que se configuró en Bandung como una alternativa al mundo occidental. Tiempos de descolonización y en el caso de America Latina de dictaduras militares u oligárquicas que eran manifiestamente apoyadas por Estados Unidos. No se puede negar que en todo el mundo se originó una fuerte corriente de simpatía por los movimientos revolucionarios y sus líderes, ya fueran Castro, Che Guevara o los estudiantes de mayo del 68 en Paris o en México. Representaban una voluntad de ruptura y unas ansias de superar unos esquemas que ya estaban caducos. En los años 70 la canción cubana y su revolución eran un modelo que inspiraba a una buena parte de la izquierda moderada en España y toda Europa miraban a estos jóvenes barbudos como símbolos del cambio como a los melenas de Liverpool o a los hippies.


El gran acierto de Fidel para su revolución fue saber encontrar aliados cuando le hacían falta y los demás le daban la espalda; Rusia y después Venezuela han sido la tabla de salvación del régimen castrista. Su gran fracaso es no haberse muerto en los años ochenta. La caída de las dictaduras en América Latina no fue consecuencia de movimientos terroristas o revolucionarios, sino de procesos de transición democrática gestionados por sus enemigos. Quienes trajeron la libertad a los países de América Latina fueron los socialdemócratas y los demócratas cristianos, fueron las élites y las clases medias con el apoyo de las potencias europeas.

No supo entender que su régimen se ligaba al muro de Berlín, que de manera virtual se extendía hasta Cuba, un muro no construido para evitar invasiones sino fugas, conscientes como eran estos regímenes que producían más temor que atracción. Sin la cobertura ideológica y económica de Rusia, Cuba se echaba en manos del populismo con tal de conseguir llenar los estómagos de los pobres cubanos, convirtiéndose en un referente de pandereta y cumbia; muy lejos de las aspiraciones del propio Fidel Castro. Fidel que supo granjearse amistades entre todos sus enemigos especialmente en España, pero quedó de comparsa con Maradona, Evo Morales, los Kirchner, Chavez, Correa y Daniel Ortega, una especie de Banda del Reguetón, que poco o nada tenía que ver con la revolución de Castro.

Pretender ahora reconocer los grandes valores o aportaciones de Castro a la sociedad cubana, sería como admirar la política económica de Pinochet que tan buenos resultados dio o la política de protección social de Franco.  Olvidar a los miles de cubanos que murieron en guerras absurdas en África, o a los cientos de miles que abandonaron familia, propiedades e historia para buscar una nueva vida en libertad, es injusto, salvo que se pretenda simplemente tomar partido por los asesinos.

A Fidel Castro le sobraron los últimos treinta años, y a Cuba los últimos sesenta, pero esto ya no tiene remedio. La historia no se puede evitar, se puede reescribir o interpretar, pero los hechos son inmutables. La revolución cubana fue un desastre para los cubanos y en general para América Latina que hoy es democrática y progresa a pesar del comunismo cubano, que intentó por todos los medios la involución política y social en todo el continente y que realmente pudo conseguirlo en los años setenta. Fidel es responsable de los miles de asesinatos en Colombia, Perú, Nicaragua, El Salvador etc durante los años de plomo en Latinoamérica, mientras que otros muchos regímenes que se denominan revolucionarios o progresistas sintonizaban con el impulsor de todo este terror.

Si nos quedamos con el Fidel que luchó y derrotó al dictador Batista, podríamos encontrar un halo de romanticismo revolucionario, pero como tantos otros, en el fondo escondían un reemplazo, querían suplantar a un dictador por otro, un régimen por otro más criminal si cabe. Hoy sabemos que si Batista hubiera seguido en el poder, Cuba hubiera evolucionado a la democracia como República Dominicana, Argentina, Chile o Uruguay y no se hubiera producido exilio y Cuba hubiera sido un gran éxito económico; pero del comunismo no se puede salir si no es con muerte y sufrimiento, y éste ha sido el drama de Cuba, el mismo drama que asola a Venezuela o Nicaragua.

Con Fidel muere la revolución y el castrismo; el populismo llevará a Cuba a echarse en manos de un nuevo paraguas que será Estados Unidos; les guste o no, Raul no es Fidel y el régimen se tambaleará a medida que los dólares y la presión interior y exterior cambien definitivamente a la sociedad cubana. Los corruptos que rodean al régimen serán los principales valedores del cambio para no perder sus posiciones de privilegios asentadas en años de cleptocracia.

Pero sin duda lo que más me ha llamado la atención, es como la muerte de Fidel ha generado de nuevo la reaparición de fantasmas que creíamos muertos en las sociedades occidentales y en en particular en España. Que la izquierda disfrutaba del régimen castrista tiene más que ver con el carácter de los cubanos que con la realidad política. Todos los que aplaudían el régimen cubano sólo buscaban la preeminencia social o el reconocimiento que no podían conseguir en otros lares. Pero que la izquierda española celebre el aniversario de la revolución rusa o la muerte de Castro, me lleva a una conclusión: un tirano sólo puede ser alabado por otro tirano, y un partido politico sólo añora a otro cuando coinciden en sus medios y fines. Igual que Pinochet enfundado en su capa asistió al funeral de Franco, ahora veremos a los tiranos de la izquierda acudiendo en masa a despedir a su colega. En España hay una izquierda que se dice progresista, pero que no cree en el sistema democrático y que además, inspirada en la lucha de clases, sólo busca la eliminación de los grupos sociales que se opongan a sus intereses. Los que loan a Castro, desdeñan la voluntad popular, la libertad individual y la propiedad privada; quieren llevarnos a todos al régimen de opresión contra la libertad. Cuando más hablan de libertad mas liberticidas se muestran. Volver ahora a discusiones superadas por más de cien años de democracias en Europa, es una muestra de que el resentimiento sigue muy latente en grupos de personas que no han encontrado acomodo en una sociedad que prima el esfuerzo individual y la libertad, valores para los que no todo el mundo está preparado.


Los abuelos de los revolucionarios cubanos habían sido muchos esclavos, pero en la España de 2016, pensar en que existen cuentas pendientes entre unos españoles contra otros es simplemente una muestra de la decidida voluntad de asesinar a la democracia y al estado de bienestar para reemplazarlo por un régimen donde los crápulas bajos el concepto de revolución, vivan a costa del dolor y el sufrimiento de su pueblo. Pero si esto no es nuevo, por qué nos empeñamos una vez más en darle un tinte heroico a lo que es simplemente terrorismo y ataque a la libertad; ¿Por qué muchos se empeñan en buscar el lado positivo o bueno a lo que en el fondo esconde un régimen de terror; de destrucción de todos los valores sobre los que se asienta nuestro desarrollo y nuestra sociedad?

Siento más pena por todos aquellos que salieron de Cuba con sus familias en balsas, como los que ahora vienen en pateras en busca de la libertad, muchos de los cuales sirvieron de carnaza a los tiburones por los ataques de las patrulleras cubanas; aquellos que esperaban regresar a sus hogares y que murieron mientras que Fidel se mantenía en el poder. Mi recuerdo para los cubanos que murieron sin poder regresar a su tierra, a los que dejaron enterrados sus corazones en Cuba; ellos serán siempre la muestra palpable de que Fidel Castro fue un mal patriota. Espero que las autoridades de los países democráticas sepan dar a este fallecimiento la respuesta que corresponda, que es ignorarlo, pero me temo que les puede más ser parte de la banda del reguetón que dar la respuesta adecuada que el pueblo cubano necesita para iniciar su andadura democrática.

No hay comentarios: